martes, 21 de agosto de 2012

Una gran experiencia, con unos pequeños.


A medida que pasa el tiempo, nos olvidamos como es ser niño, cuáles son sus intereses y lo que les gusta hacer, por el nivel de “madures” que con los años vamos alcanzando, es menos el grado de comprensión hacia los pequeños.

En nuestro afán de perfección queremos que ellos se comporten como nosotros, que sean 100% obedientes, que no hablen, que no se muevan sin que nosotros se los pidamos, son muchas las restricciones que les ponemos, dando en muchas ocasiones ejemplos falsos, ¿a qué me refiero? Bueno, muchos quizás le hemos dicho a algún niño “Cuando yo tenía tu edad era obediente, no salía, no gritaba...” aceptemos lo éramos igual de inquietos solo que ya no lo recordamos.

Debemos de comprender que los niños no son pequeños robot, que solo damos una orden y se cumple, no son computadores (incluso las computadoras se nos revelan de vez en cuando). Como adultos es bueno dedicarles tiempo, observarlos, platicar con ellos, aunque nos parezcan absurdas sus conversaciones, para ellos son muy importantes, y en muchas ocasiones podemos sacar de ello muchas enseñanzas, los niños tienen la habilidad de resolver casi cualquier cosa de una manera ingeniosa, que a nosotros como adultos “llenos de estudios” nunca se nos hubiera venido a la cabeza. Y lo más curioso, es que todo lo he aprendido con ellos.

He trabajado con niños durante un par de años, al principio confieso que no eran mi grupo favorito, me inclinaba a trabajar con jóvenes de secundaria o adultos, pero al final se me asigno trabajar solo con grupos de niños y fue allí donde todo cambio.

Cambio mi percepción del mundo, mi forma de pensar, hasta mi forma de actuar, he descubierto otras habilidades que tenía muy escondidas. El ritmo de trabajo con estos pequeños no es de docente – alumno o de te enseño – tu aprendes, es más bien una relación de amistad, donde todos aprendemos algo, donde compartimos diversos conocimientos, tenemos el pensamiento de que como adultos solo podemos aprender de personas mayores a nosotros, pero también he aprendido que los niños tienen mucho que compartir con nosotros, ellos tienen mucho conocimiento.

Descubrí entonces que para que todo funciones tanto niños como adultos debemos compartir conocimientos mutuamente, para lograr una sociedad mejor, si se debe educar a los niños pero también los niños deben de educar a los padres en muchos aspectos.

Estar con ellos todo el tiempo es gratificante, no importa el estado de ánimo con el que te encuentres antes que ellos lleguen, el que realmente importa es el que te dejan cuando ellos se van y te dicen “adiós profe” con una gran sonrisa en sus rostros, es ahí cuando tú dices “Valió la pena”, y de todo corazón deseas que regresen pronto.

Y es por ellos (por mis niños) que trato de hacer las cosas lo mejor posible, porque sé que ellos esperan con ansias visitarnos cada mes y llevarse algo nuevo a sus hogares.


Por: Yesbell Flores
Factoría del conocimiento, 2012

1 comentario:

  1. Muy bonito Yesbell, a los adultos muchas veces nos cuesta entender que los niños no son esculturas a las que podemos moldear a nuestro anotojo, cada uno tiene su propia personalidad y su forma de ver el mundo.

    Tienen derecho a equivocarse porque es así como aprendemos, sus padres deben criarlos con amor y dejarlos que se diviertan; después de todo el tiempo pasa volando y en el momento menos pensado sus niños ya no lo serán más.

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