A medida que pasa el tiempo, nos
olvidamos como es ser niño, cuáles son sus intereses y lo que les
gusta hacer, por el nivel de “madures” que con los años vamos
alcanzando, es menos el grado de comprensión hacia los pequeños.
En nuestro afán de perfección
queremos que ellos se comporten como nosotros, que sean 100%
obedientes, que no hablen, que no se muevan sin que nosotros se los
pidamos, son muchas las restricciones que les ponemos, dando en
muchas ocasiones ejemplos falsos, ¿a qué me refiero? Bueno, muchos
quizás le hemos dicho a algún niño “Cuando yo tenía tu edad era
obediente, no salía, no gritaba...” aceptemos lo éramos igual de
inquietos solo que ya no lo recordamos.
Debemos de comprender que los niños no
son pequeños robot, que solo damos una orden y se cumple, no son
computadores (incluso las computadoras se nos revelan de vez en
cuando). Como adultos es bueno dedicarles tiempo, observarlos,
platicar con ellos, aunque nos parezcan absurdas sus conversaciones,
para ellos son muy importantes, y en muchas ocasiones podemos sacar
de ello muchas enseñanzas, los niños tienen la habilidad de
resolver casi cualquier cosa de una manera ingeniosa, que a nosotros
como adultos “llenos de estudios” nunca se nos hubiera venido a
la cabeza. Y lo más curioso, es que todo lo he aprendido con ellos.
He trabajado con niños durante un par
de años, al principio confieso que no eran mi grupo favorito, me
inclinaba a trabajar con jóvenes de secundaria o adultos, pero al
final se me asigno trabajar solo con grupos de niños y fue allí
donde todo cambio.
Cambio mi percepción del mundo, mi
forma de pensar, hasta mi forma de actuar, he descubierto otras
habilidades que tenía muy escondidas. El ritmo de trabajo con estos
pequeños no es de docente – alumno o de te enseño – tu
aprendes, es más bien una relación de amistad, donde todos
aprendemos algo, donde compartimos diversos conocimientos, tenemos el
pensamiento de que como adultos solo podemos aprender de personas
mayores a nosotros, pero también he aprendido que los niños tienen
mucho que compartir con nosotros, ellos tienen mucho conocimiento.
Descubrí entonces que para que todo
funciones tanto niños como adultos debemos compartir conocimientos
mutuamente, para lograr una sociedad mejor, si se debe educar a los
niños pero también los niños deben de educar a los padres en
muchos aspectos.
Estar con ellos todo el tiempo es
gratificante, no importa el estado de ánimo con el que te encuentres
antes que ellos lleguen, el que realmente importa es el que te dejan
cuando ellos se van y te dicen “adiós profe” con una gran
sonrisa en sus rostros, es ahí cuando tú dices “Valió la pena”,
y de todo corazón deseas que regresen pronto.
Y es por ellos (por mis niños) que
trato de hacer las cosas lo mejor posible, porque sé que ellos
esperan con ansias visitarnos cada mes y llevarse algo nuevo a sus
hogares.
Por: Yesbell Flores
Factoría del conocimiento, 2012
Muy bonito Yesbell, a los adultos muchas veces nos cuesta entender que los niños no son esculturas a las que podemos moldear a nuestro anotojo, cada uno tiene su propia personalidad y su forma de ver el mundo.
ResponderEliminarTienen derecho a equivocarse porque es así como aprendemos, sus padres deben criarlos con amor y dejarlos que se diviertan; después de todo el tiempo pasa volando y en el momento menos pensado sus niños ya no lo serán más.